http://www.historiasdelaciencia.com/?p=249
El artículo de hoy está inspirado en uno que ya publicó Dan en su blog centpeus (blog en catalán) y del que ya os he hablado alguna vez, así que el mérito es enteramente de él. Yo, tan sólo, he retocado y añadido detalles.
La primera nave del Programa Mariner que llegó a Venus, el Mariner II, fue lanzada el 27 de agosto de 1962. Y si os preguntáis qué sucedió con el Mariner I os diré que cayó al mar inmediatamente después de despegar porque a alguien se le olvidó introducir un signo menos en el ordenador (dicen que fue un error al leerlo de la fórmula hecha a mano).
La NASA ha tenido bastantes fiascos posteriores debidos a fallos que podríamos calificar de “fácilmente evitables”. Uno de los mayores ridículos fue el perder una sonda que impactó contra la superficie de Marte porque se hicieron un lío entre una estación que expresaba las distancias en kilómetros y otra que lo hacía en millas.
Pero la ESA, la Agencia Espacial Europea, tampoco ha podido evitar unirse al espectáculo y el mayor y más sonado fue en el vuelo inicial del cohete Ariane-5, que estalló 39 segundos después del lanzamiento. Fue un golpe duro porque era el primer lanzamiento de la nueva generación de cohetes europeos, más grandes, más potentes y con más capacidad que los predecesores Ariane-4. El motivo del desastre fue ridículo: una de las unidades de 64 bits que controlaba la trayectoria hizo unos cálculos y emitió un número que envió a una unidad de 16 bits. Esta no pudo procesar el resultado porque el número era demasiado grande y simplemente ¡no cabía en 16 bits! Por lo tanto, hizo lo que hacen los ordenadores: dio un mensaje de error y se desconectó.
Había un sistema de emergencia que se puso en funcionamiento inmediatamente pero el software era idéntico al que había fallado, de forma que el error se repitió exactamente igual. La unidad también se desconectó, el cohete quedó sin control y adiós.
El problema con estas unidades fue que, en realidad aprovechaban el sistema operativo de los cohetes Ariane-4. Después de todo, aquel sistema había funcionado muy bien. Y si algo funciona correctamente lo mejor es no tocarlo (bien, esto es cierto a no ser que seas una multinacional de la informática que, por mantener el negocio, necesites vender cada 4 años un nuevo sistema operativo).
Pero, aun cuando el sistema iba muy bien por el Ariane-4, algunas cosas no servían para el Ariane-5 y esta era una de ellas.
La unidad que falló calculaba los desplazamientos horizontales del cohete y los técnicos no se debían preocupar por si daba un valor demasiado alto pues el Ariane-4 nunca se desplazaba tan deprisa. El problema era que el Ariane-5 era mucho más rápido y potente y sí que lo hacía. De forma que cuando el sistema detectó aquel desplazamiento lateral, no pudo calcularlo porque la realidad iba más allá de lo que en el diseño habían previsto (correctamente) que podía hacer un Ariane-4. En fin, que hizo que el ordenador central perdiera los datos de trayectoria del cohete y el desastre fue inevitable. La trayectoria no se pudo corregir de ninguna forma y al final empezó a ir demasiado “de lado”. Debido a esa inclinación (más de 20º), los propulsores se separaron de la etapa principal por efecto de las fuerzas aerodinámicas y se disparó el mecanismo de autodestrucción.
Y lo más irónico es que aquel sistema ya no hacía falta. La unidad que falló estaba diseñada por calcular los desplazamientos horizontales en los primeros segundos del lanzamiento, antes de que se estableciera el “modo de vuelo”, como si dijéramos cuando el cohete ya ha arrancado del todo.
Esto requería 40 segundos por los Ariane-4, pero sólo 3 segundos para el Ariane-5. De forma que el desastre pasó porque falló un procesador que, en realidad, ¡ya no servía para nada! Un curioso camino que empezó en un error al asumir que no hacía falta modificar el diseño de un programa informático y acabó en un fracaso de 7 mil millones de Euros.
Ya sabemos que no hay ningún sistema está 100% libre de errores pero, a veces, se pone de manifiesto de maneras bien espectaculares.
Moraleja: el “si funciona, no lo toques” no siempre es aplicable.
Fuentes:
“Astronomía”, Patrick Moore
http://centpeus.blogspot.com/2006/10/un-nmero-massa-gran.html
http://www.mononeurona.org/index.php?idnew=323
http://www.upv.es/satelite/trabajos/pract_9/kike/paginas/accid.htm
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