martes, noviembre 25, 2008

Último teorema de Fermat, utilidad práctica

http://www.historiasdelaciencia.com/?p=322


Si pensáis que las matemáticas no son capaces de enganchar, tenéis que saber qué le sucedió a Paul Wolfskehl allá por el año 1908. Era un industrial de Darmstad que un día fue rechazado por la mujer de sus sueños. Se deprimió hasta tal punto que consideró suicidarse. Como era un hombre muy meticuloso, quiso dejar todas las cosas en orden hasta que llegara el día exacto en el que debía volarse la tapa de los sesos. Una vez arreglados sus asuntos, faltaban unas pocas horas para enfrentarse al destino escogido por él y se fue a su biblioteca a hojear libros de matemáticas. En uno de ellos se encontró con el último teorema de Fermat y empezó a intentar resolver el problema. Se enfrascó tanto que perdió la noción del tiempo y, cuando volvió al mundo real, ya había pasado la hora en que debía suicidarse. En aquel momento tomó la decisión que enfrentarse a problemas matemáticos valía más la pena que el amor de una mujer difícil (al menos, para él). Se convirtió en un aficionado matemático que instituyó un premio de 100.000 marcos para quien lograra resolver el problema planteado por Fermat.

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